Facundo Cabral
Erase una vez, en una tierra sin
nombre, un espacio donde la naturaleza y sus formas predominaban por doquier; un lugar donde
imponentes montañas, altos y frondosos bosques, caminos disfrazados de
desolación, manantiales, brisas, aves y animales, habitaban y vivían allí en la armonía de sus
instintos.
Cada uno con su ritmo, cada uno
con sus ciclos, cada uno con su propia forma de Ser. El viento soplaba libre y suavemente
sobre los seres que allí corrían para recordar que solo un respiro permite la
Vida y que si lo siguen podrían llegar más allá de sus límites; el Agua fluía
sobre la tierra entre canales y caudales que le permitían dejar su huella por
doquier, alimentando o protegiendo a quienes así lo necesitarán, a la final, sabía
que sin ella no habría más pero que sin tierra por donde correr su existencia, no
tenía sentido. Por otra parte, la Tierra aunque aparentemente estática, se iba moviendo
lentamente con cada toque de aire y agua, permitiendo así que sus bases
sostuvieran a los arboles, ramas, flores, montañas y todo aquellas vidas que
decidieran plantarse y caminar sobre ella. Y allí con ellos el fuego del
corazón viviente, el latido de cada ser del bosque, con sus movimientos, con
sus instintos, con sus esperanzas y con sus miedos; muchas clases, muchas
formas, unos que vuelan, otros que corren, otros que nadan, otros que caminan;
sin embargo esta historia solo se trata de pocos de ellos, específicamente de
una Ardilla en particular.
Nació en un día de primavera con
el Sol calentando su carita, sus ojos abiertos y grandes le permitieron desde
que los abrió, percibir todos los colores a su alrededor verdes, amarillos,
azules, rojos, marrones, revueltos como en paleta de acuarelas y en la medida
que miraba se mezclaban más y más; entonces escucho cuando sus padres
aseguraban que solo vería bien en unas semanas, así que siguiendo esas voces
conocidas volteo para buscarlos, que calientito se sentía allí, protegido entre
esas formas en las que se sabía amado. Su nombre Vito, lo conectaba con la vitalidad y lleno de alegría, al punto
que siendo el primero de sus tres hermanos, fue él, el que desde que nació, el
que daba vueltas sin parar de jugar persiguiendo su propia cola. Fue esa misma
inquietud con la que nació, la que desde pequeño lo hizo estar lleno de
moretones, sus padres hablaban de esperar la maduración y de los peligros de su
poca visión, sin embargo fue después de
mucho correr y sentir muchos plooom! que finalmente comprendió que sus ojos no
veían con claridad las formas a su alrededor.
¡Qué mama dijo que estuvieras quieto Vito!- decían sus hermanitos. Pero
fue solo el extremo de una caída del árbol donde estaban, la sensación de
vacío, lo duro de la tierra, su colita y patitas partidas, su aliento
desvanecido y la vergüenza al ver a su madre, le hizo comprender que habían
cosas que no podía hacer (todavía). Su madre lo auxilio con amor y con el
reproche en su cara, le dijo ¿O sea que solo vas a aprender a los golpes?
Nuestra
Naturaleza es movernos, pero seguirás tropezando con la misma piedra, hasta que
Veas! Si sigues así, no vas a llegar al cuarto ciclo!!
Ah? Entre el dolor se preguntaba,
que significaba esa frase, no llegar al cuarto ciclo? Pero inexplicablemente
fue esa misma caída que lo obligo a quedarse quieto un rato y a no morir antes
de tiempo, decía su abuela, la ardilla más antigua de la aldea. Ella le atendía
las heridas, preparaba con ramitas una mezcla que olía horripilante y se la
ponía en su colita y patitas, le hacía caminar lentamente grandes distancias
todos los días, y como latigazos en sus piernas lo obligaba a recoger frutos,
hojas y comida, decía- Antes que la perezca sea la que te mate,
mover tus patas será lo que te salve!. Por más que quisiera correr y le
ardiera su vientre al ver lo que hacían las demás de su tamaño, su dolor apenas
le daba chance de caminar con su abuela, más su visión era cada vez más aguda,
su olfato y oído se entrenaron con ella, que lo hacía recoger y reconocer solo
ciertas especies, esta para el dolor, esta para el sabor, esta para relajar,
estar para soñar, aunque para ti, habrá que darte una que te de fuerza y calma para
los ciclos por venir!. Uhmmm ¡otras vez esos señores, los ciclos! De donde son?
Que hacen? Porque mamá y todos hablan de ellos! Por más que preguntaba, nadie respondía,
sus hermanos ellos solo le decía, haz caso Vito! Las reglas son esas! No
preguntes! Y menos a los grandes!. Uhmmm…. Entonces a quien? Agrrrr…. Como le
molestaban esas frases! así que tomando aire, preguntó ¿Abuela? ¿Qué o quiénes son
esos a los que llaman ciclos? Porque les temen? Ella volteo y al mirarlo, un
brillo diferente vio en su mirada, diciéndole, Si los ciclos quieres conocer,
observa atento, que ellos te encontrarán!. Y en ese momento hasta su
colita revivió y se movió solita en señal de… alerta? Miedo? O sencillamente
excitación? … Ellos vendrán?
Y mientras el silencio llegaba a
la casa de su abuela, él se mantuvo ocupado en las tareas de clasificar lo
recogido, con sus preguntas galopando sin parar. Esa noche, camino a casa,
había lago en el que se había encendido, a lo mejor era la señal de su colita
ya fuerte, o la respuesta de la abuela, o sus preguntas; pero sabía que había
algo diferente. A partir de su caída se hizo normal ver las cosas diferentes,
día a día, toda la comuna se metía en un abrir ojos, comer, buscar comida y
llegar agotados a dormir. Desde ese día, estar con la abuela significo aprender,
nuevas palabras, formas, personajes y rutinas; ella siempre respondía en forma
sorpresiva, a veces le daba un libro, a veces le mandaba a observar algo,
siempre le preguntaba, conversaban. Efectivamente como dijo, los ciclos
llegaron, comprendió eso cuando sus patas y colita sanaron, cuando sus ojos se
abrieron completamente, cuando los verdes se apagaron y llegaron los naranjas,
cuando mamá les cantó el primer ciclo, cuando el Sol se dejaba enamorar por la
Luna y la Luna se dejaba dominar por el Sol, cuando recogieron y enterraros
frutos para al llegar la blancura, tener que comer. Cada vez más rápido, cada
vez más agudo, cada vez más curioso, cada vez más parlanchín, preguntaba y
preguntaba, mientras su abuela le regañaba por su ansiedad. ¡Un
día aprenderás que la naturaleza de las cosas está por encima de los deseos!,
¡Cuando domes tu propia naturaleza, podrás avanzar! Le decía su abuela.
Aunque había aprendido con ella, sabía
que las palabras sin experiencia se desvanecían y no tenían sentido para él. Como
tampoco tenía sentido vivir para solo recoger frutos, clasificarlos, guardarlos
y comerlos! Para que? Solo para sobrevivir los ciclos? Como es que nadie responde!! Cuál es el propósito? Agrrrr…. Gruñía
de frustración! a lo mejor la abuela tenía razón, a lo mejor el
propósito de la Naturaleza es solo Ser!. Pero seguía sin saber que
significa eso! Algo tiene que cambiar! se
dijo en voz alta y siguió, pero al decirlo, su colita se movió como la varita
mágica de los cuentos que leía donde su abuela, como cuando lo alertaba, como
cuando sabía que lo que sentía era real, como si supiera que sus deseos se
puedan hacer realidad!
Esa mañana me levante alegre, un
sueño fabuloso me visitó de noche, caminos, respuestas, alegrías y una estrella
al final que siempre iba conmigo, eran suficientes para saber que Todo iba a
estar bien! Mi abuela dice, “Cuando el corazón sonríe es porque está
viendo los verdaderos colores detrás de las cosas!”, así que una nueva
esperanza hizí que mi colita se moviera. Al salir a desayunar, todos habían
salido ya, y me esperaba mi abuela, que hace aquí? Qué pasó? Con esa cara,
podría decirse que a alguien le llego su ciclo!
Sus ojos me dicen más que su boca. Uhmmm… Buen día?
Desayuna muy bien Vito, espera una larga caminata hoy! – dijo ella
sin mirarme, mientras preparaba una cesta. Y así lo hice, el frio que sentí
recorriendo desde mi colita hasta las orejas, me decían que no era hora de
rezongar. Luego me dijo- Muy bien, es
hora de empezar el camino! . Así que bajamos, busque a mis padres y mis
hermanos pero sin rastro de ellos, la seguí. Aunque su paso era lento por el peso
de sus ciclos, cada pisada era fuerte y decidida; a diferencia que su mirada,
su boca, me confundía pasando de un tema a otro, un rato me señalaba como
reconocer la tierra fértil, el peligro o la seguridad, otro tanto me hablaba de
la luna y sus ciclos, de las aguas y de la forma de los mares; sin embargo, los
momentos de silencio se oían como gritos de angustia que se hacían más pesados
que la cesta que cargaba. El camino era nuevo, diferente, solitario, ausente y
crudo, como lo que iba a escuchar.
Vito, sentémonos aquí. Sabes que nuestra aldea tiene un orden, un
ciclo, cierto?- dijo. Asentí, sin entender. Hay quienes despiertan con la seguridad que les da el hacer, lo has
visto?- siguió. Si abuela. También
has podido observar, que hay quienes nunca se han preguntado más allá de dos o
tres cosas en todo su ciclo? Si, pero ese es el tema abuela, Yo….. Paré en
seco por el frio de su mirada. Y continuó-
Entonces, recordarás que tus
padres y yo te hemos advertido, que preguntar es peligroso? Sí abuela, por favor, dime qué pasa? –pregunte
al borde de los nervios. Y empezó a decir- En
la Aldea están furiosos y asustados Vito, le han pedido a tu padre o que te
callas tu o te callan ellos, no saben cómo responder a tus preguntas, se
sienten perdidos y tú los haces sentir incómodos en sus rutinas, tus padres
tienen el corazón roto, como Yo. Por eso, te he traído aquí. Porque debes irte,
debes viajar solo a otras tierras, a buscar tus respuestas; antes que sea tu
misma gente la que te acabe por ellas y tu espíritu. Pero… y mientras ella
seguía hablando, mi mundo se caía en pedazos y mi cola se paralizaba, había
sido exiliado!. Por mi propia gente? Por mi propia familia?. Y como si me leyera
la mente o el rostro, continuó hablando… Es
el regalo del Amor, el regalo de la Libertad, que lejos del exilio te da la
posibilidad de saciarte. Pero, si te quedas Vito, morirás al reprimir tu
naturaleza o harás que otros mueran al hacerlos dudar de la suya; cada quien
debe encontrar sus propias respuestas y seguir a sus instintos. Nuestra familia
te Ama y moriríamos al pedirte que renuncies a lo que Eres, solo te dejamos
libre para que recorras los caminos que debes buscar; cuando el alma esta lista
para avanzar, llegan las circunstancias necesarias para generar ese cambio. Y
no hay otra forma que desde aquí, logres saciar tu curiosidad o que te podamos
apoyar. Yo te he guiado en lo que he podido, tengo inmunidad y respeto por mi
edad, por eso he sido Yo, quien quiso guiarte a este vórtice; pero tus padres y
hermanos serán señalados largos ciclos hasta que el tiempo haga de las suyas,
con lo que implica el vació que deja tu
voz y el dolor de tu partida. Vuelve cuando estés saciado de ti mismo, del
camino y recuerda que lo que une la sangre, el alma y el corazón a través del
Amor, jamás será cortado por la ley de la Aldea. Eres rápido, sabes más que
muchos, sé inteligente y usa lo que has escúchalo, visto y leído. Sigue lo que
Quieres y Usa TODO lo que tienes!. Y en un abrir y cerrar de ojos, se había
ido, estaba allí en la jungla, en el vórtice del bosque, solo, con la única
certeza que tenía que correr antes de que cayera la luna y los zorros quisieran
cazarme; así que corrí, corrí y corrí, con las lágrimas en mis ojos, con la
historia a mi espalda, con mi dolor en el pecho, con la carga de mis preguntas,
con la incertidumbre de lo desconocido, con la vida en la boca y con la
libertad deseada en mis manos, pero por horas, solo corrí y lloré, por días y
noches.
Después de mucho correr, después
del pantano y después del cansancio, encontré un refugio al pie del único árbol
a campo abierto; allí la naturaleza era diferente; pero solo bajo el inmenso
Samán, mi colita logro estar tranquila, así que conseguí descansar después de
hacer una pequeña madriguera justa para mí y mi cesta. Me sentía vació,
perdido, sin hábitos, después de tanto correr, era como haber ido a otro
continente, estar habitando un nuevo lugar y no saber a dónde pertenecía. La
cesta tenía comida, fotos, cartas, pero solo fue viendo el firmamento, las
estrellas que destellaron al lado de la Luna, fue que pude abrazar a mi corazón
y respirar, recordé mi sueño… la Estrella, la guía, Todo saldrá bien, Todo
saldrá bien!, entonces opte por rendirme y parar de llorar, solo es un ciclo,
solo una noche, respire profundo y confié que el sueño me mostrará el camino a
seguir.
Pasaron muchos ciclos, de árbol
en árbol, de campo en campo, de montaña en montaña, los sueños lo llevaron a
crear rutinas, porque recordó que su madre decía “Cuando tenemos rutinas sanas y
nos damos bienestar, somos capaces de lograr más!”. Empezó a hacer
trabajos forzados, más peso de lo normal, más distancias de lo común para su
tamaño, menos rapidez de lo que le habría gustado, dedicando horas también para
explorar nuevas ídeas, divertirse y seguirse preguntando; ya que quería
experimentar aquello de decía su abuela de, “Domar tu naturaleza y practicar la
disciplina te hará fuerte!”. En cada sitio hizo amigos, diferentes
seres, cada uno con un clan, cada uno con un talento, aprendió a disfrutarlos
tal y como eran, a escuchar y a preguntar si se le daba permiso, más recordó
que reír y confiar en su colita lo haría llegar lejos. Con ellos, descubrió el
significado lo que su padre tanto repetía “Cuando conocemos la historia del otro,
podremos respetar sus decisiones y sus heridas”, así que callaba cuando
le contaban historias de tristeza y dolor, reía cuando había que celebrar y
recordando su vivencia, se decía dentro de si “Todo tiene su ciclo, a veces sube a veces
baja, pero tu corazón siempre será el mismo; amalo”.
Muchos caminos, muchos rostros,
muchas historias y el mismo ciclo se repetían en todos. Ruinas y talentos, miserias
y riquezas, heridas y alegrías, llamas e hielos, amo y sumiso, todos dentro de
mi; ambos complementándose, contemplándose y sentándose en mi misma mesa. Descubrí
mascaras que en las rutinas ocultan el deseo del alma, ansiedades disfrazadas
de afán que ensordecen el camino del espíritu, veranos que van, primaveras que
llegan, otoños que pasan, inviernos que reposan, sed de afuera por no buscar
adentro, llenura que no se encuentra con los frutos sino con seguir el aguijón
que mueve mi cola, aprender y enseñar, dar y recibir, balancear. Pasé rato
largo pegado en una aldea que me hacía recordar a la mía, pegado a una bella
ardilla color miel que me tenía distraído, tuvimos una cría que no llego a la
vida, así que la muerte y el nacimiento vinieron juntos a separarnos; pero no
es fácil avanzar si eso implica soltar, nada fáciles son los amores que cambian
de forma, porque te llevan realmente a crecer. Una noche me despertó un sueño,
mi abuela volvía y me decía -Ya es hora de regresar, ciclos tenía sin
verla y me decía que estaba lista para un ciclo terminar!. En el
regreso, el vacio iba cediendo al paso de mi calma, iba cediendo a la fuerza de
mi fe, y empecé a comprender que la Naturaleza de las cosas es única,
inverosímil y perfecta. Comprendí que no hay prueba sin fuerza, , expansión sin
contracción, que todo pasa por algo y que fue ese momento de exilio el dolor donde
se abrió la puerta a la realización, ya no había preguntas, ni carreras, sabía
lo que quería, solo respuestas cuando seguía a mi estrella, entonces al seguir
y entregarme a mi destino, supe el significado de “El Tao no actúa, pero nada
deja sin hacer”.
Llegue a la aldea y muchas lunas
había borrado mi cara de los recuerdos, mis padres me bendijeron y me hice
fuerte; no pude ver a mi abuela con vida, pero su regalo antes de partir me
acompañó por siempre, así como nuestras largas charlas en sueños; supe que
había mucho por hacer, por iniciar, por crear y empecé a diseñar lo que quería
vivir desde la profundidad de mi nombre, lleno de alegría!. Qué tipo de
servicio quería dar, que tipo de relaciones y vínculos crear, de amores
experimentar, de crías y frutos cosechar, en que tipo de aldea y comunas
colaborar; así empieza todo, deseando hasta que no lo necesitas. Su letra en la
corteza, se convirtió en la reliquia y la oración de entrada a mi nuevo hogar “De
los ciclos venimos y a los ciclos hemos de regresar; vivimos ciclos sobre la
tierra y no hay ganancia a no ser que estés dispuesto a soltar. Por los ciclos, el espíritu se experimenta en
espiral y por los ciclos ha de moverse para avanzar, pero cuando el ciclo se repite
sin parar, la vida se convierte en la ilusión de la carrera al Azar; entonces el
animal olvida a que ha venido y el espíritu necesita el despertar. En la carne y
los huesos se viven las fracturan y desploma lo que ya no sirve; entonces lo
que era, ya no es, y es hora de llorar. Cuando el último grito ahogado sale,
cuando el dolor es sufrido, cuando la voluntad se entrega y se deja de pelear
con el destino; entonces sabrás que estás preparado para pedir, crear, seguir y
dar paso a la reinvención, bendición del cambio al que te has entregado. Por
los ciclos de los ciclos. Amén”
No hay comentarios:
Publicar un comentario