"Mi silencio les estorba. Yo era
como botella al revés cuya agua no puede salir porque la botella está demasiado
llena."-
León Tolstói
Este escrito quiere pocas líneas, ya que reconozco el sobre-valorado peso que le
hemos dado a las palabras, es esas falsas creencias que debemos hablar de todo,
expresar todo lo que pensamos o sentimos, o que es mejor la radio prendida que
hacer un poco de silencio. Es tanto lo que estamos pegados al ruido, que nos sentimos incómodos ante el silencio, ante el callar; pero con ello olvidamos que el silencio también lleva al escuchar y creo que se nos olvidó que
el que calla, habla mucho más allá.
En
mi trabajo como terapeuta, he vivido el poder de las constelaciones familiares
y no dejo de maravillarme como los hilos que unen a las familias y sus
historias, tiene al silencio como factor común, algunos por creencias, otros por
dolores, otros por juicios, otros por pasiones, pero todos por historia, la historia que une al mundo; ya que
son espacios donde no hay lugar para las palabras y como compartía una amiga,
que en su caso es uno de amor, decía que lo que siente por su nieto solo podía expresarse con un gran
ufffff… así que, así de poderoso es.
Vengo de una familia donde unos parecen estar en eterna conversación y
rochela, y los otros en eternos votos de silencio; vengo de crecer con las
criticas y las especulaciones de los que hablan ante los que hacen silencio, vengo
de saber que ambos silencios y palabras tienen un poder que marca y que en
nombre de la “verdad” arrasa. Vengo de ver que los perfectos espejos se unen,
ambas sangres en resonancia para hacer eco a la frustración de los que dejaron
de hablar y de los que dejaron de escuchar. ¡Que forma
esta tan misteriosa, la que espíritu nos tiene preparados para ver lo que no es
evidente!
Pero
ese silencio a veces es más profundo de lo que creemos, a veces nos invita a
volver al pasado, a veces representa una emoción donde las palabras sobran; por
esa razón, hoy honro, lo agradezco de corazón; a todos los que en mis raíces tuvieron
que callar, honro sus dolores, sus historias, su fuerza en medio del silencio; porque
los he visto y yo los he vivido con ellos. Y en la honra de VER, llega el milagro; y escuchando
el silencio de los que amamos, llegamos a su corazón, al respeto por sus vidas,
por sus procesos, por su naturaleza, por sus dolores, por su propia fuerza y
derecho a ser diferentes.
Esta
semana ocurrió un milagro, de esos que vienen después de tanto silencio; los
Rodríguez han tenido mucho de esa parte hermética que hablo y de pronto se abrió
una puerta inmensa, mi padre creó un grupo en WhatsAap donde empezaron a reaparecer
primos, reprimos y más tataraprimos que estaban perdidos en el silencio; ayer
mientras conversaba con una tía, nos maravillábamos de los días que tenían como
locos y paraulatas, encadenados a cuentos, fotos y aperturas con este centenar
de personas, que no sabíamos que existíamos con la misma sangre.
Los
árboles genealógicos se abrieron y nos reíamos que nadie entendía de quien era
nieto, hijo o primo; y por eso hoy más que nunca comprendo que el silencio pesa
tanto que una familia entera estuvo aislada, honrando la historia. A mis
bisabuelos, abuelo y tios-abuelos doy
Gracias porque después de tanto silencio bendijeron el reencuentro, abrieron
las puertas para mostrarnos como floreció el fruto de tanto silencio y amor.
“El sentimiento más profundo se revela
siempre en el silencio"-
Marianne Moore
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