Este el el tipo de artículos que
cuando escribo, ya mi mente se está divirtiendo en pleno y eso me encanta! Es más
mientras tomaba la decisión de arrancar, me acorde de mis dos primos y mi tía política,
cuando hace unos cuantos años atrás yo le comentaba lo diferentes que eran, siendo en ese entonces chamos de menos de 20 años aprox. y ella me contaba “Lilian,
es que yo los veo siendo hijos del mismo padre como si fueran hijos de dos
hombres diferentes; el mayor hijo del Conde, educado, respetuoso, formalísimo y
el otro, hijo del Chofer digo por lo guerrero, relax y aventurero”. Claro,
pensé yo, no es igual ser chofer en Caracas que en Bogotá…jajajajajaja!
Y más que un tema de parentesco o
no, este tema de hoy sale por los títulos y nuestra creencia sobre ellos, ser
conde, chofer, ingeniero, doctor, licenciado, máster o carpintero ha dejado de
ser nuestro oficio para convertirse en lo que nos da valor o no como personas. Y
lo más interesante de esto más allá de lo que para cada uno de nosotros
signifique este respaldo, es que mientras conversaba con unos amigos salió el
tema de que un par de ellos tenían descendencia española así que empezamos a
buscar el origen de sus apellidos y escudos; lo que me llamo la atención es que
mientras uno de ellos dice, “Bueno, pero a la final condes, duques o títulos de
nobleza terminaban siendo solo eso, títulos, con una casa, terrenos y nada de
dinero!!”; se me vino de inmediato la frase o creencia tan instalada en nuestro
ADN “Estudie hij@,
estudie para que sea alguien en la Vida”. Cualquier parecido es una
coincidencia? Digo, aquello de que con tantos títulos que tenemos por doquier me
pregunto yo, ¿son estos directamente
proporcionales a la prosperidad? O el
habito no hace al monje?
Cuando lees a Robert Kiyosahy con
su “Padre rico, Padre pobre”, él
describe como su padre pobre insistía tanto en el tema de estudiar y estudiar,
era un maestro de escuela, muy tradicional y con muchos títulos encima, su vida
era “promedio” en términos de dinero y prosperidad; y más allá de los títulos hay
una creencia que los distingue “el amor al dinero es la raíz de todo mal”, “no
puedo afrontarlo”. Mientras su padre rico o en-vías-de-hacerse-rico, era
arriesgado y creía en la auto-dependencia financiera, explicaba que siempre los
alentaba a hablar de negocios, a ver las posibilidades de dinero en la cena ya
que para él “el dinero es un poder”, que “al decir “no puedo afrontarlo”,
nuestro cerebro cesa de trabajar” y de educar nuestra mente para ser “financieramente
competente”. Interesante no?
Y con estas líneas no estoy
hablando que esté en pro o contra de estudiar, yo he sido amante de estudiar y
aprender desde que tengo uso de razón; y como facilitadora es parte de mi
estilo de vida, ya que creo que una mente que no se abre al aprendizaje, se
muere antes de tiempo. Sin embargo, me llama la atención que hasta hace no
mucho, fui invitada a una boda y la tarjeta decía “Ing. Lilian Rodríguez” y
sentí que no entendía esa necesidad de apegarnos a nuestros títulos como si
dijeran más por si solos que lo que dicen nuestros nombres. En particular me siento muy agradecida a mi formación, ella me ha permitido darle balance dentro de mi a esa parte númerica y lógica junto con esa parte de servicio y creación; sin embargo es solo una arista de lo que soy y no límita o expande mi relación con la prosperidad.
Para mí la prosperidad es un
estado donde “sin tener césped, tengo podadora” como dice Ricardo Arjona; un estado
menta donde “sabes” que siempre hay recursos, gente, amigos, apoyo, afectos,
confianza, y oportunidades para alcanzar lo que queremos. Muy lejos de ese “poquito
porque es bendito”!. Sin embargo ese estado, respetando lo que digan otros
expertos, está para mí muy lejos de las titularidades; ese estado de
prosperidad y conexión con la riqueza viene de nuestro Ser, de nuestras creencias con respecto al dar y
recibir, o de nuestras etiquetas con respecto a cualquiera de estos temas.
Entonces, si ves hoy tu balance pregúntate ¿A
quién estás siendo leal?, ¿Qué supuestos
han tenido que ser reales para estar donde estas hoy? Y si pudieras cambiarlos….
¿Qué nuevos supuestos tendrían que ser para ti verdad, en aras de llegar a
donde quieres llegar?
Nuestra historia, profesión, especialidades
y estudios son recorridos que quedan a la luz cuando conversamos, escribimos, compartimos con
otros; solo cuando te muestras a otros, notas y otros notan con tus movimiento,
tus palabras, tu rostro, tu trayectoria y tu capacidad de incorporar en tu vida
eso que sabes, has vivido, estudiado,
leído o apasionado. Porque sin importar los títulos, a la final los laureles se
colocan sobre aquellos que asumen el líder dentro de sí y caminan a lo que
quieren, con el corazón y la pasión en la mano, con las ganas de servir en el
alma y con la voluntad de hacer realidad aquello que los mueve solo a ellos. Y tú? Estás dispuesto a asumir el reto o a
dormirte en tus laureles?
Jajajaja... que bueno que te animaste a escribir sobre los títulos...
ResponderEliminarHasta llegamos a comentar que así como en la antigüedad los títulos eran tan importantes que quienes tenían el dinero los compraba; no está lejos la historia de quienes teniendo el dinero necesario también ha comprado sus títulos universitarios. Clarooooo, depende de la universidad.
¿Qué será que tiene el título que se nos hace tan importante?
Yo, licenciada en la vida (creo), Elisabeth